Para emprender un negocio hace falta una idea, mucho entusiasmo, paciencia, dedicación, trabajo y tesón. Podemos encontrarnos con muchos expertos apasionados de una materia dispuestos a embarcarse en un negocio propio, pero, aunque esta parte es la más importante para que una empresa alcance el éxito, lo cierto es que todos los emprendedores han de llevar una cierta contabilidad, sean o no sean expertos en este campo, ya que tener una idea y entusiasmo no implica necesariamente ser un experto en contabilidad. Pero esto no significa que no se pueda emprender. Incluso cuando no se tenga dinero para externalizar la contabilidad, existen fórmulas para que cualquier autónomo pueda llevar sus propias cuentas y uno de los principios existentes que podrían ayudarnos a la simplificación de esta tediosa tarea, es el principio de prudencia valorativa.
¿En qué consiste el principio de prudencia valorativa?
Es un principio contable según el cual los ingresos se registran en el momento de la percepción, pero los gastos o pérdidas, en el momento en el que se conozcan, es decir, que únicamente se contabilizan los beneficios que realmente hayan sido realizados al cierre del ejercicio, mientras que las pérdidas se contabilizan en cuanto son conocidas. De este modo, se evita la divergencia entre contabilidades realizadas por distintas personas, que podrían hacer las anotaciones basándose en su criterio, resultando finalmente distinto.
Es un principio utilizado por el Plan General Contable para homogeneizar la contabilidad de las partidas, y forma parte de los Principios Contables Generalmente Aceptados. Así, estandariza la forma de contabilización de los gastos e ingresos. Afecta tanto al balance de situación como a la cuenta de pérdidas y ganancias.
Se trata de un principio que, en general y a grandes rasgos, pretende que los contables sean conservadores a la hora de valorar. Invita también a escoger siempre la menor de las cifras en los casos en que nos encontremos ante dos opciones posibles y razonables para valorar un activo. Esto es cuando no exista una valoración específica y certera.
De esta manera, la empresa debe situarse siempre en el escenario más negativo, anticipando pérdidas que, en ocasiones, no llegarán a producirse. Se recogerán gastos incluso cuando sin haberse llegado a producir, se sepa que existe una alta probabilidad de que se llegue a generar. Incluso en los casos en los que el ejercicio esté cerrado, si las cuentas no han llegado a formularse, el gasto se recogerá en la memoria. Así, como vemos, todos los gastos sin excepción deben estar recogidos en las cuentas.
Implica también la necesidad de reflejar en la cuenta de pérdidas y ganancias, la depreciación de los activos por deterioro, a través de la amortización, la cual ha de estar siempre presente durante toda la vida de un bien.
¿Cuál es la finalidad del principio de prudencia valorativa?
Está conectado de alguna forma con el principio de imagen fiel, el cual se refiere a la necesidad de que las cuentas anuales de una empresa reflejen con la mayor exactitud posible su realidad financiera. En este sentido, el Plan General de Contabilidad establece que “la prudencia no justifica que la valoración de los elementos patrimoniales no responda a la imagen fiel que deben reflejar las cuentas anuales”, por lo que debe buscarse el equilibrio entre ambos principios.
En todo caso, ha de interpretarse la prudencia valorativa como un medio para conservar el valor sustancial en funcionamiento de la empresa. En última instancia, pretende evitar un reparto de beneficios que suponga una descapitalización o un empobrecimiento capaz de afectar al desarrollo de la empresa.
Reglas del principio de prudencia valorativa
Es importante comprender y tener claro este principio antes de utilizarlo, ya que una mala interpretación del mismo podría llevarnos a una incorrecta presentación de la situación financiera, dando lugar a confusiones.
Por ello, vamos a simplificar lo que hemos visto hasta ahora, reduciendo lo principal de este principio contable en cuatro reglas sencillas:
- Valorar los activos siempre por el menor importe.
- Contabilizar las pérdidas en cuanto se conozcan, incluyendo las pérdidas potenciales.
- Aplazar la inclusión de los ingresos en las cuentas hasta su devengo.
- En los supuestos de conflicto entre principios contables, escoger siempre la opción más conservadora.
A la hora de emprender un negocio es importante tener en cuenta que hemos de enfrentarnos a muchas situaciones y exigencias que van mucho más allá de nuestra área de conocimiento e, incluso, de nuestra área de interés. Sin embargo, existen ciertos aspectos que un emprendedor no puede descuidar, como son el pago de impuestos o la contabilidad. Es altamente recomendable —más bien imprescindible— llevar las cuentas al día y correctas, lo que nos permitirá no solo conocer el estado real de nuestra empresa y, con base en ello, tomar decisiones, sino también cumplir con nuestras obligaciones legales. En este sentido, conocer y manejar el principio de prudencia valorativa puede ser de gran ayuda, pero en el caso de no sentirnos capaces de realizar la contabilidad, es aconsejable dejarla en manos de un experto.